Una incertidumbre atraviesa el campo argentino: el impacto de la Chicharrita del maíz como vector de enfermedades que causan el achaparramiento del cultivo, situación que no solo provocó importantes pérdidas en los rendimientos en la campaña productiva que finaliza, sino que también genera temor entre productores y asesores a la hora de decidir la siembra del nuevo ciclo.
Si bien la presencia de esta plaga en el sistema de producción nacional no es nueva, siendo endémica en el NOA y NEA desde hace tiempo, en la presente campaña ha experimentado una expansión territorial nunca antes vista hacia otras latitudes, según explican desde la Asociación Argentina de Protección Profesional de Cultivos Extensivos (AAPPCE).
Esta expansión ha provocado una pérdida generalizada de productividad del cereal, especialmente en el centro del país. Según estimaciones de la Bolsa de Comercio, el rendimiento nacional ha disminuido de 70,3 a 65,0 qq/ha según los datos del mes de abril.
Este nuevo escenario genera gran incertidumbre entre los distintos actores del sector respecto al futuro del maíz. La falta de materiales genéticos tolerantes, la escasez de insecticidas registrados para el control de esta plaga y el desconocimiento en el manejo de la problemática son motivos de preocupación.
En particular, la comunidad de asesores profesionales ha experimentado diversas sensaciones frente a este proceso. Inicialmente, la impotencia por no haber podido predecir lo ocurrido para brindar una solución eficaz; luego, en algunos casos, cierta negación a contemplar nuevamente al maíz como cultivo por temor a volver a fracasar; y finalmente, la incertidumbre.
Si bien el panorama puede ser poco alentador, al revisar el grado de percepción de asesores frente a la intención y recomendación de siembra, la postal puede ser heterogénea; revelan desde AAPPCE a partir de un relevamiento entre asesores agrónomos nucleados en sus 12 nodos distribuidos a largo de todo el territorio agro productivo del país.
Las perspectivas del asesoramiento ante la nueva siembra
“Un evento de esta magnitud genera un ´masazo´, descoloca, genera un sentimiento de sorpresa a nivel profesional y del productor. Más allá de la expansión de una adversidad, lo que se pone en riesgo es parte del negocio del productor”, manifiesta el ingeniero agrónomo Fabián Gamba, responsable del relevamiento y uno de los asesores del Centro de Santa Fe de AAPPCE.
“De todas maneras, en general, son muy pocos los asesores nucleados en nuestra asociación, quienes deciden abandonar la recomendación de la siembra de maíz a productores, al menos por este año, independientemente que consideran un riesgo económico/productivo muy alto no contar con herramientas tecnológicas efectivas”, explica.
Según el relevamiento de la asociación, los asesores de las zonas donde la problemática no estuvo presente o fue muy incipiente no alterarían la intención de recomendación. Mientras que algunos otros por diversas razones, como la necesidad de contar con maíz para consumo animal o profesionales de zonas endémicas que siguen apostando al maíz por otras razones, manifiestan que van a incluir el cultivo, pero reduciendo la extensión de la superficie de siembra.
No obstante, señala Gamba, desde AAPPCE hay un consenso generalizado sobre la necesidad de ser muy cautos a la hora de planificar la siembra y analizar el contexto en que se desarrolla la plaga sobre todo en el invierno.
“Si miramos países vecinos, como Brasil, donde la problemática de la Chicharrita está instalada hace unos años, no se ha bajado la superficie de maíz”, observa por su parte el ingeniero agrónomo Martín Galli, coordinador técnico general de AAPPCE y destaca que “en la medida que vayamos ganando experiencia en el manejo, recolectando información, aprendiendo, y cada actor haga su parte, las soluciones a la problemática van a ir generando la confianza que el productor y el asesor necesitan para que el maíz vuelva a tomar protagonismo en las zonas donde hoy puede haber incertidumbre”.
La importancia de la planificación como prevención
Las variables y prácticas que desde AAPPCE destacan como fundamentales para avanzar en la planificación de siembra y mejorar las perspectivas ante la incertidumbre son múltiples y deben alinearse de manera integrada.
La recomendación, según informan, apunta de manera general al monitoreo de temperaturas mínimas, que en ocasión de un invierno crudo genera una alta probabilidad de muerte de la plaga. Sin vector no hay diseminación de los patógenos.
También es crucial obtener información más precisa sobre el comportamiento de la genética actual.
Desde AAPPCE resaltan para las siembras de maíz tardío, considerar la importancia de monitorear los cultivos sembrados más temprano, con el fin de evaluar evolución de las poblaciones del insecto.
Según indican, de cara a la nueva campaña de maíz, actualmente están en plena implementación de una Red Nacional de Trampas para el monitoreo de Chicharrita.
“La idea es contar con una herramienta más para medir su dinámica de vuelo”. Hasta el momento, esta plataforma, que busca generar alertas públicas y gratuitas, cuenta con más de cien sitios de muestreo confirmados por parte de los integrantes de AAPPCE. Esta propuesta inicial de la asociación ha sido fortalecida con la alianza estratégica de Aapresid, CREA, Maizar, la Estación Experimental Agroindustrial Obispo Colombres (EEAOC) y cuenta con la colaboración del INTA.
El manejo cultural: una cuestión de compromiso
Para combatir esta problemática actual, es crucial mantener poblaciones de Chicharrita bajas y manejables en los lotes, lo que resultará en una menor carga patogénica en el cultivo. En este sentido, el manejo cultural puede ser un gran aliado para dificultar la vida del vector y limitar sus vías de supervivencia y reproducción.
“Sabemos que la Chicharrita es una especie monófaga, por tanto parte del manejo cultural consiste en eliminar de manera continua los nacimientos de maíz guacho y programar la siembras de nuevos maíces en forma acotada en el tiempo, de esta manera la plaga tendrá escases de alimento nutritivo necesario para su crecimiento poblacional y reproducción”, explica Gamba.
“También es importante recordar que el maíz es el único cultivo donde la Chicharrita puede reproducirse, por lo que si eliminamos maíz guacho aparte de no poder alimentarse no tiene donde reproducirse, por lo que disminuye su población. Esto es muy importante en periodos donde no hay heladas”, expone por su parte Galli y continúa “y donde no hay maíz sembrado, también es fundamental recalcar la eliminación del maíz guacho en otros cultivos, como la soja. Un tema no menor es que en el maíz es donde también se multiplica la enfermedad, por lo tanto, también al eliminar el maíz guacho, eliminamos el ´puente verde´ de la enfermedad”.
Según destacan los profesionales de AAPPCE, el manejo cultural es una práctica factible, que tiene efecto al lograr implementarse por la mayoría de los productores mínimamente a nivel regional.
Desde AAPPCE, enfatizan en el desafío de impulsar un manejo integrado de la problemática. En este escenario la solución llegará con la suma de las herramientas (innovación genética, manejo cultural, control químico y también biológico); “pero principalmente con el compromiso de todos y con el conocimiento técnico como aliado para afrontar la incertidumbre”.
Fecha: 06/06/2024
Contacto para prensa: info@aappce.org