Cada 5 de junio se celebra el día mundial del medio ambiente, la fecha más importante del calendario ambiental internacional. Una ocasión que interpela la importancia de su cuidado en distintos sectores productivos y de la sociedad. En la agricultura, frente a las controversias y demandas sociales por el uso de fitosanitarios, aún más.
La necesidad de la sostenibilidad
Este año la celebración del día mundial del medio ambiente se da 50 años después de la primera Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Humano de Estocolmo, en la cual se acordó el establecimiento del PNUMA (Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente) y se designó el 5 de junio de cada año para celebrarlo.
Una sola Tierra fue el lema de esa conferencia celebrada en 1972 y, medio siglo después, continúa vigente. Con la misma consigna, el Día Mundial del Medio Ambiente 2022 llama a vivir de manera sostenible y en armonía con la naturaleza, indican en el organismo.
Respuestas profesionales al cuidado ambiental
En escenarios de controversias sociales, culturales y políticas por la adopción del uso de agroquímicos para el cuidado de los cultivos extensivos y su incidencia en el medio ambiente, cómo producir alimentos de manera sostenible y en armonía con la naturaleza es una pregunta y un desafío que involucra y compromete a distintos sectores y actores.
Concretamente en la agenda de trabajo por parte de productores, asesores, investigadores de organismos gubernamentales de ciencia y tecnologías, cada vez más cobra vital importancia en la toma decisiones de manera cotidiana.
Las realidades productivas frente a enfermedades, insectos y malezas en los cultivos son para las estrategias de protección progresivamente más complejas al tener que incluir necesaria y urgentemente la reducción del impacto ambiental. Para intentar dar soluciones a este problema surge hace diez años la Asociación Argentina de Protección Profesional de Cultivos Extensivos (AAPPCE).
La organización, sin fines de lucro, que nuclea a ingenieros y asesores agrónomos de las principales zonas productivas del país que brindan seguimiento de los cultivos; inicia su recorrido con el espíritu y la misión de promover el trabajo en red para la profesionalización de los servicios agronómicos a productores mediante la generación de protocolos de monitoreo y el consenso de umbrales de intervención química con la mirada puesta en el manejo sustentable y sostenible de la agricultura.
“Históricamente en Argentina la producción de alimentos tuvo deficiencias. Hoy estamos enfocados en tratar de usar las mejores herramientas posibles para tratar de hacer los alimentos más inocuos. Tratamos que todas las intervenciones que hacemos en la producción agrícola tengan un sustento en criterios profesionales y sean amigables con el ambiente “, indica Lucian Piloni, ingeniero agrónomo y presidente de AAPPCE; y agrega: “Además buscamos una visión sistémica de la agricultura, porque permite tener en cuenta qué variables uno maneja para hacer más preciso el uso de insumos”.
Consultado sobre el rol de la protección profesional de los cultivos y su valorización por parte de productores el ingeniero agrónomo Martín Galli, coordinador técnico general de AAPPCE, menciona “La protección profesional de cultivos hoy se presenta como una práctica sumamente necesaria. Si queremos una agricultura sustentable, no se concibe una sola hectárea sin un profesional pisando el lote”, y advierte que “el monitoreo de cultivos, planificado y periódico, es la llave hacia una agricultura sostenible. No se puede tomar ninguna decisión amigable con el ambiente si no hay un asesor recorriendo el lote. En el futuro se van a necesitar equipos de trabajo multidisciplinarios, pero siempre la base va a estar en un especialista recorriendo el lote y tomando decisiones profesionales”.
Cambios de visión para mejores soluciones
En los últimos años la agricultura fue cambiando. De un paradigma simplista de producción basado únicamente en soluciones químicas se encuentra en tránsito a otro más complejo que busca la incorporación de conocimientos técnicos y procesos. Un pasaje fundamental para el cuidado ambiental.
Este giro implica una mirada en la totalidad del paisaje con todos sus componentes y variables para lograr una nueva forma de producción que mejore los índices ambientales, con especial atención en la reconstrucción biológica del suelo, la promoción de la biodiversidad; paralelamente a una articulación del logro de resultados económicos estables en el tiempo.
Estos escenarios, actualmente en permanente construcción, comparten la necesidad de pensar y llevar a la práctica en campo un enfoque sistémico que considere tecnologías de procesos, con especial atención en su sostenibilidad.
Se reconoce así a los sistemas agroproductivos como complejos y cambiantes, donde se atiende a la búsqueda de soluciones a los problemas por sus causas más que por sus efectos, a través del conocimiento y el análisis profesional de la información de lo que sucede a campo, entre otros factores.
“En la historia reciente de la agricultura tuvimos un primer gran salto que fue de la siembra directa, la cual nos hizo tomar a la producción agropecuaria como sistema en sí, y ver que no solo la suma de las variables llegaban a un buen resultado, sino que con la integración de esas distintas variables se producía mejor”, explica Piloni, y detalla que “el segundo salto podemos situarlo en la agricultura de precisión, donde se empezó a usar de manera más eficiente los insumos; y un tercer salto lo estamos dando hoy con el ecosistema de las agtech y la digitalización de los procesos de información; donde el foco no está puesto únicamente en la toma y registro de datos sino en el análisis de los mismos para hacer más robusta esa información y el conocimiento que da sustento a las decisiones que tomamos”.
Según detalla Piloni, “el apoyo en los datos viene de la mano del criterio e interpretación profesional para ser más eficientes en las distintas variables del sistema y visualizar cómo trabajarlas específicamente; como por ejemplo, en el caso del impacto ambiental de una aplicación con fitosanitarios, al permitir determinar qué cantidad de fitosanitarios utilizar, al reemplazar un activo por otro”.
De acuerdo a estos escenarios, por su parte Galli señala que “la sociedad de hoy quiere saber de dónde vienen los alimentos y cómo se producen. Necesariamente la agricultura depende de muchos insumos, pero gracias a los avances tecnológicos, la ciencia y la agronomía en particular se va a ir disminuyendo el uso de insumos sin que eso signifique menores rendimientos en los cultivos. Hay que tener en cuenta también que la naturaleza evoluciona y con ella las prácticas agronómicas, y las certezas son siempre provisorias; lo que hoy puede ser una acción amigable con el ambiente, mañana puede no serlo. Vamos aprendiendo día a día. En esa dinámica estamos hoy”.
Conocimiento en red
AAPPCE se vale del trabajo en red para encarar distintos proyectos e intercambios de experiencias a campo. Se nutre de la participación de más de 70 integrantes, referentes en asesoramiento agronómico de las principales zonas productivas del país.
Entre otros proyectos consolidados, lleva adelante la Red MIP (Red de Manejo Integrado de Plagas) y la Red TDF (Red de Trampas de Feromonas). Ambas redes son sistemas de comunicación de alertas sobre el avance de adversidades en cultivos extensivos a lo largo del país que contribuyen a la toma de decisiones a campo de distintos actores de la agricultura, especialmente asesores y productores.
Además, la asociación cuenta con programas de investigación y redes de conocimientos zonales, en alianza con distintas organizaciones públicas y privadas, enfocados en la generación de esquemas sustentables y sostenibles de la agricultura. Entre ellos, un programa de captura de carbono de los suelos para determinar la huella ambiental de la producción, el desarrollo de un modelo predictivo (estadístico) de la aparición de chinches en soja tendiente a la optimización del uso de insecticidas, una red nacional destinada a la generación de información sobre las ventajas ambientales en la adopción de cultivos de servicios, otra para la determinación de la dinámica de emergencias de malezas resistentes y un proyecto de investigación sobre el uso de bioinsumos en distintos ambientes productivos.
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